Agradecimiento Especial

Al Doc. Alejandro Moreno por el valioso tiempo, asesoramiento y opinión en el desarrollo  del siguiente artículo.

Profesor del Departamento Académico de Ciencia Política.
Doctor en Ciencia Política (Michigan, 1997); Maestro en Ciencia Política (Michigan, 1995); Licenciado en Ciencias Sociales (ITAM, 1991). Campos de Interés: Política Comparada, Opinión Pública, Comportamiento Electoral.

 

 

 

Exposición de motivos

La invitación a reflexionar por escrito trae un espacio al joven de expresarse y desarrollar sus ideas y propuestas ante las situaciones que hace falta trabajar. El ser escuchado por aquella gente que influye en el país y ser tomado en cuenta es parte de la participación política de la que desarrollo mi ensayo. Es indispensable que aquellos que tenemos la oportunidad de expresar lo que queremos y no queremos para nuestro país, nos expresemos libremente y actuemos en consecuencia.

“México, creo en ti”, es un poema de Ricardo López Méndez, el cual describe a un México atrapado en sí. Una de las estrofas inicia así:

“México, creo en ti,
Sin que te represente en una forma
Porque te llevo dentro, sin que sepa
Lo que tú eres en mí; pero presiento
Que mucho te pareces a mi alma
Que sé que existe pero no la veo.”

Como inspiración en esta obra, me gusta pensar y he comprobado a través del tiempo que México tiene todo el potencial de crecer económicamente, políticamente y socialmente. Solo es cuestión de creer en México. “Confío en mi” es la segunda parte del título que considero nos falta hace nuestro. El país somos todos y como parte esencial de él necesitamos actuar y movernos para cambiar la realidad en beneficio de este nuestro hogar.

“México, creo en ti,
Porque si no creyera que eres mío
El propio corazón me lo gritara,
Y te arrebataría con mis brazos
A todo intento de volverte ajeno,
¡Sintiendo que a mí mismo me salvaba!”

Ya es hora de que los jóvenes tomemos las riendas de nuestro destino y de aquel en el que vivimos, de activarnos y eliminar la apatía de nuestro vivir, de criticar y también proponer, de luchar y dejar de huir. Seamos el México que queremos ver, por que México somos nosotros.

 

Título del ensayo: “México, creo en ti. Creo en mí.”

 


Ensayo

 

En México vive el pueblo que ha sido caricaturizado con trenzas y huipiles sentados en un nopal, ‘Speedy Gonzales’ o, más bien, como mariachis- un tanto llenitos- en fiesta con tequila en mano. ¿Por qué no somos aquel lugar que es recordado por su flexibilidad ante las adversidades o qué se distinga por su población dinámica y participativa? ¿Por qué no están llenos los foros de diálogo y los concursos de expresión literaria? El mexicano todo lo duda. Duda de su gobierno, de su posición económica y social, de que su participación sirva y de su voto cuente ¿será por apatía o por el desencanto que encuentra en su exceso de crítica?

 

Por un lado, el mexicano desconfía del Estado y de las instituciones que lo conforman porque no han respondido a sus necesidades y expectativas. Queremos y no hablamos, votamos y no pedimos cuentas claras, marchamos pero no sabemos por qué. Ya es nuestro pan de cada día escuchar, después de apagar la novela, las noticias de corrupción, engaño, inseguridad y violencia, y nuestras ilusiones de ver este país mejor se desvanecen cada vez un poco más. Trabajamos por nuestro día a día, pero no por el día a día del vecino y, mucho menos, por el del país. Somos de mente cortoplacista y el futuro, aún, puede esperar. Abandonamos, mejor, esos temas para leer la tan feliz revista de chismes que incluyen el horóscopo.

 

Por otro lado, los espacios de expresión se han facilitado gracias a los medios electrónicos de internet. Todo aquel que tenga acceso a una computadora y a internet puede expresar lo que quiere y lo que no quiere para su país. Para aquellos con menores recursos económicos, los módulos ciudadanos se han abierto para la atención de dudas y quejas, los gobiernos abren foros y las universidades crean propuestas. Cuando criticamos, no solo tocamos la noticia, sino a la veracidad y objetividad del periodista, a los medios y recursos con los que se obtuvo y le buscamos un mensaje subliminal, por si acaso. Hablamos y hablamos demás. No siempre se crea un diálogo constructivo pero se puede expresar libremente y llegar a la misma conclusión a que si no nos interesara en lo absoluto informarnos y comentar, no logramos ver el impacto real de la participación ciudadana.

 

Vivimos en una nación de gratos colores, aromas y sabores, pero también en un lugar que necesita y quiere una mejora en su calidad de vida. Los ciudadanos vemos un estado débil ante situaciones de violencia, corrupción, gobiernos divididos y falta aplicación de la ley, y los gobernados nos quejamos y excusamos al sentirnos impotentes ante las adversidades que enfrenta el país. Aún, somos un pueblo que no logra dimensionar el efecto que tiene nuestra participación micro en el ámbito macro.

Por una parte, México aloja - en su mayoría- individuos que crecieron en el paternalismo y la hegemonía de un partido. Recordando el escrito de Laberinto de la Soledad, Paz nos describe sociológicamente con la siguiente frase:

"Desde niños nos enseñan a sufrir con dignidad las derrotas, concepción que no carece de grandeza. Y si no todos somos estoicos e impasibles al menos procuramos ser resignados, pacientes y sufridos. La resignación es una de nuestras virtudes populares. Más que el brillo de la victoria nos conmueve la entereza ante la adversidad." (Paz, 1950)

 

Por otra parte, la gente más joven tiene poca participación activa en la conformación de nuestro gobierno y toma de decisiones. Nos presentamos apáticos y pesimistas en temas de política, a pesar de ser los que representamos el sector potencial que construirá el futuro económico y social de mañana.

La participación política se expresa en acciones ciudadanas como lo son el acto voluntario de ejercer el voto, la militancia y afiliación formal dentro de un partido político, la discusión de los sucesos políticos- que incluye la búsqueda y crítica de información-, el apoyo dado a un determinado candidato en el curso de una campaña electoral, la presión ejercida sobre un líder político, la difusión de información política, entre otros. (Sani, 2000). La participación es un fenómeno que depende de muchas variables como lo son el entorno social, las variables psicológicas y el entorno político. (McClosky, 1974)

En la sociedad hay muchos matices de participación. Políticamente, los adultos presentan un índice de identificación partidista mucho más alta. Esto se ve reflejado en el mayor interés en las campañas políticas y en la anticipación de la toma de decisión del voto. (Moreno, 2009) Son adultos que, en su mayoría, fueron criados bajo el régimen paternalista de un partido hegemónico. Esta concepción se enfrenta con la nueva generación y sus nuevos ciudadanos que han visto la transición del poder y han vivido una apertura mayor de espacios de participación, pero aún falta mucho por su baja colaboración activa en asuntos que aquejan a su realidad más próxima.

Se tiene una fuerte tendencia a relacionar la toma de sus decisiones con la participación partidista. Con los resultados de las encuestas nacionales de salida del periódico Reforma de 2000, se llega a la conclusión que hay una fuerte influencia que tiene la identificación partidista en el voto. El sector adulto ha envejecido y la desalineación del PRI comienza, aunque los votantes longevos tienden a ser los más duros, los votantes jóvenes son los más blandos propensos realizan transferencias de partido. Como jóvenes criticamos la postura de la afiliación partidista por no confiar plenamente en las instituciones pero se observan campañas organizadas como la abstención o el voto nulo.


 

¿Qué podemos hacer por el México actual?

Tenemos el reto de ciudadanizar a los jóvenes, quienes viven en el mundo a corto plazo e informados en sus decisiones. Las instituciones siguen usando los recursos tradicionales para “renovar el poder político como su más alto interés, con lo cual muestran su nula sensibilidad para captar un momento histórico-social de disyuntivas que podría abrir la puerta a dos escenarios.”  (Ramos, 2009)

Necesitamos la democratización en la sociedad que crezca a la par de una cultura cívica y la posibilidad de espacios que impulsen el recurso del diálogo y de la negociación entre ciudadanos y gobierno que legitimen su administración. Necesitamos tomar posturas ante los sucesos que nos acontecen y criticar, proponer y movilizarnos para que no se quede en letra muerta. Necesitamos votar. Por lo que es importante reforzar el área de influencia en los gobiernos de manera propositiva.

Como ciudadanos responsables, hay un caso grave en la falta de toma de posturas, tanto de personas adultas como de jóvenes. Si no nos involucramos y no creemos en el verdadero impacto que tiene nuestra participación ciudadana en nuestro contexto, estamos deteniendo el mismo proceso democrático al que tanto apelamos.

Como gobierno comprometido, es primordial la rendición de cuentas y crear un sistema de contrapesos que faciliten la negociación entre poderes y se lleguen a resoluciones que beneficien a todos los sectores. Dejar atrás los intereses personales y ver que hay mucho por hacer apelando a los intereses de la comunidad que representan. Quitar las barreras del diálogo a la población que gobiernan para fortalecer la confianza y establecer vínculos en donde refuercen la representación

Vamos por buen camino calentador. “En 1990, 33% de los mexicanos manifestó tener mucha libertad para elegir y controlar lo que pasaba en su propia vida. En 1997 había crecido a 41%. En 2000, el  56% de los mexicanos, sentía tener mucha libertad de elección y control sobre su propia vida. Acaso la apertura de los noventa, entendida en todos sus sentidos, el económico, el político, el social, había traído un giro en los sentimientos de la sociedad mexicana, un mayor sentido de estarse guiando en la vida bajo sus propias decisiones […]” (Moreno, 2003)

Como mexicano cargado de tradiciones y costumbres, lleno de orgullo y esplendor, conscientes que todos los cambios  los  operan e inician las personas en su sociedad. Somos los transformadores de nuestro propio medio, por eso comencemos por perfilar cuáles deberían  de  ser  las características del Mexicano 2010, que ayudarán a cambiar el país por completo: trabajar en equipo, ser puntual, constante y responsable, honesto, proactivo, buscador de retos, ahorrador, crítico, educado, saludable y perfeccionista.

Es posible un México mejor y sigamos el ejemplo de países como Estados Unidos que su gobierno marcha de tal manera que “el sistema estadounidense funciona (a su manera) es porque los estadounidenses están decididos a hacerlo funcionar. Tan sencillo como eso, y por lo mismo, tan difícil” (Sartori, 1997)

Dejemos de ser el mexicano de Vasconcelos, que nos plasmó con un estereotipo que actualmente es mundialmente conocido, el indio desanimado, siempre dormido y con su característico jorongo, huaraches y maguey.

 

Fuentes:

McClosky (1974). Participación Política, En Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, Aguilar, Tomo 7.

Moreno, Alejandro (2003). Democracia, actitudes políticas y conducta electoral. Fondo de Cultura Económica.

Moreno, Alejandro (2009). La Decisión Electoral. Votantes, partidos y democracia en México. Miguel Ángel Porrúa.

Paz, Octavio (1950). El Laberinto de la Soledad. Fondo de Cultura Económica.

Ramos, Gonzalo y Escobar, Claudio (2009). Jóvenes, ciudadanía y participación política en México. Págs. 103-122.

Sani, G. (2000). Participación Política, En Bobbio, N. et al, Diccionario de Política, Siglo XXI, México, Tomo 2, p. 1137 – 1140.

Sartori, Giovanni (1997). Ingeniería Constitucional Comparada. Tomo V Presidencialismo.


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